miércoles, 28 de diciembre de 2016

Duendes



El duende tradicional costarricense es descrito como un pequeño humanoide de más o menos medio metro de altura, que viste lujosamente o de forma estrafalaria, usando trajes de colores chillones y una especie de boina o gorro en lugar de sombrero. En algunas historias se cuenta un número total de siete duendes, vestidos generalmente de azul, rojo, amarillo o verde, con una capilla o golilla del mismo color. Se cuelgan al cuello, además, ristras de ajo. Poseen barbas largas y orejas puntiagudas como las de los perros. En algunas versiones, se dice que tienen piernas de gallo, las cuales dejan huellas al revés, para no poder ser seguidos, y que es frecuente encontrarse estas huellas en los playones de los ríos. También se les puede ver jugando por los potreros o cafetales a altas horas de la noche. Los campesinos costarricenses decían que los duendes eran ángeles que habían seguido a Lucifer en su rebelión, pero que, arrepentidos en la puerta del Cielo, se habían quedado atorados a la mitad del camino, o sea, en la Tierra. Se creía que una forma de espantarlos de las casas era con música bien alta, porque les recordaba el Cielo y entonces, asustados, se marchaban.

Los duendes son juguetones y traviesos. Les gusta hacer pillerías, como perder a los niños o a veces, incluso a los adultos o a los animales como perros y reses. Secuestraban a los niños - a veces, engañándolos con confituras o juguetes bonitos, en otras, por la fuerza - para jugar con ellos y luego los devolvían, pero alguna que otra historia dice que se los llevaban para siempre. Pueden hacerse invisibles y mortificar a los inquilinos de una casa echándoles porquerías en la comida, apagando el fuego, tirando tizones ardientes, haciendo ruidos con las ollas por la noche, molestando a los animales domésticos o incluso, lanzando conjuros sobre la gente, como en una leyenda donde hacen crecer el cabello de una mujer hasta cubrirle todo el cuerpo.

A veces, los duendes se encariñan con una familia y proceden a ayudar en el oficio doméstico: barren la cocina, lustran el molendero, chorrean café, baten el chocolate, desenyugan los bueyes, pican vástago, reparten plátano entre los terneros, raspan la tapa de dulce, fungen como protectores de los niños y hasta le traen comida a los dueños de la casa. A estos se les conocía como duendes familiares o serviciales. Enmarcada en este último aspecto, es que se desarrolla la leyenda de los duendes del bacín.

Información tomada de Wikipedia

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